TEXTO Y
CONTEXTO, EL SENTIDO DE LA EDUCACIÓN
Por: Lic. Erick Iván de León
IDICUSAM
Piense, por un momento, en los rasgos,
características, situaciones o hechos más simbólicos de la educación
tradicional. Desde la ya muy mentada
necedad de la memorización mecánica, que no sirve más que para “dar una
lección”, hasta los análisis eruditos, o falsamente eruditos, de grandes
maestros universitarios. Piense, siga pensando en la educación escolar, en la
que se llena la boca de falsa sabiduría, de elocuencia, de grandes
explicaciones y debates. Que se llena de un prestigio que proviene de una
racionalización academicista enorme.
Está claro que en estos pensamientos no vamos
a encontrar cuadros llenos de sonrisas, de espontaneidad, de ocurrencias
creativas, graciosas y explosivamente libres de estudiantes o profesores.
Tampoco vamos a encontrar el abrazo afectuoso, la bocanada de expresión que
sale del intercambio entre personas que se enriquecen entre sí, que se escuchan
entre sí, que aprenden entre sí.
En la educación tradicional, el texto es el
personaje principal. El texto en todas sus manifestaciones o formas: como
palabra escrita (en libros, revistas, folletos, cuadros, powerpoints,
pizarras…), como palabra oral (del profesor, mayoritariamente, y cuando aparece
la palabra del estudiante, para responder las preguntas docentes), como palabra
investigada (internet, bibliotecas físicas, etcétera. El TEXTO, en todas sus
formas y extensiones (ahora también como hipertexto), ha ocupado un papel
preponderante en la educación que se entiende como procesos de transmisión de
información o de adquisición de formas de ser acordes a los intereses de los
distintos poderes.
Ha dejado fuera al CONTEXTO, es decir, a los
sistemas, series de interrelaciones (físicas, socioeconómicas, políticas,
culturales, emocionales) entre las que transcurre la vida, que constituyen nuestras distintas realidades, en
las que somos, estamos o vivimos. En otras palabras, el acento en un texto descontextuado (lo que hace la
educación tradicional), es insistir en la transmisión y adquisición de saberes
empaquetados, no de construcción de conocimientos. El conocimiento, como
producto de la creación individual y colectiva, como resultado de la
interconexión mental y emocional entre persona y realidad, no aparece en esta
visión educativa.
Y, sin embargo, el sentido más pleno de la
educación es el de construir aprendizaje. La educación tiene que ver con eso,
exactamente con eso: con aprender. Y sólo aprendemos cuando convertimos a la
información en conocimiento, porque los datos se vuelven pensamiento que
compara, contrasta, utiliza, cuestiona, critica. Y así el conocimiento, cuando
posibilita mejores inserciones en el mundo, y cuando contribuye a
transformarlo, se convierte en sabiduría.
Por
ejemplo, la información que tenemos sobre los daños ambientales y ecología en
general, se convierte en conocimiento cuando al procesarla nos permite tener
nuevas actitudes y comportamientos, o nuevos saberes, más aún, nuevas
sensibilidades. Cuando eso sucede, y empieza a llevarnos al compromiso con el planeta
(a tener activismo político, por ejemplo, o comunitario, o buscar cómo impactar
a otros, o buscar cómo enfrentar y detener el daño ambiental), eso se convierte
en una sabiduría de vida. Para que todo
esto ocurra, el texto no puede ser entendido fuera del contexto. Es imposible
comprender un texto sin contexto (leerlo, memorizarlo y repetirlo, sí, pero eso
es otra cosa).
¿Cómo conectar texto y contexto?
1. Siempre partimos del contexto, no
del texto. Esto
significa que tengamos claro qué de la realidad nos interesa aprender o
descubrir, y sobre todo, qué de la realidad queremos influir o modificar.
2. Partir del contexto significa
esfuerzos importantes y significativos para aprender y comprender la realidad: no empezar por los conceptos, sino
por los contextos o situaciones en las que queremos entender esos conceptos.
3. Un texto siempre tiene que
“retornar” al contexto.
Para ello es necesario realizar siempre preguntas de APLICACIÓN, de “¿cómo se
expresa esto en la realidad…?, “¿qué diferencias hay entre el texto y lo que
hemos vivido?”. Pero también se necesita preguntas de IMPLICACIÓN: ¿en qué me
comprometería, en qué me implica esto? ¿Qué implicaciones trae consigo este
tipo de aplicaciones o de nuevos aprendizajes?
4. Cuando el texto se relaciona con el
contexto, es para descubrir mejor éste, pero también para ayudar a proponer
cambios en el contexto.
Y luego, también para propiciar nuevos textos, o nuevas formas de comprender
los textos.
5. El ciclo: “contexto-texto-contexto”
debe significar para docentes, la necesidad de partir de la realidad, profundizar contenidos que sean
aplicables o derivados de esa realidad, pero retornar siempre a la realidad
para utilizarlos a favor de la
modificación o transformación de ese contexto. Esto significa que la conclusión
preliminar de un ciclo de este tipo siempre va a significar compromisos
personales y colectivos hacia la realidad. Según la propuesta metodológica
llamada “CTC” (Contexto-texto-compromiso).
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